Transición energética en Colombia: los riesgos de una implementación lenta

La importancia de desarrollar y ejecutar planes integrales de transición energética en Colombia antes de que sea demasiado tarde.

En la última década, la conversación global acerca del cambio climático y la sostenibilidad ha ido tomando cada vez más relevancia. Es un tema que no conoce fronteras, pero cuyas soluciones pueden variar enormemente de un país a otro. En este sentido, la transición energética emerge como uno de los pilares fundamentales para abordar estos retos. 

Pero, ¿Cómo se vive este cambio en América Latina y, más concretamente, en Colombia? En un país rico en biodiversidad y recursos naturales, la transición hacia fuentes de energía más limpias y sostenibles se convierte no solo en una oportunidad sino también en un imperativo.

Sin embargo, a pesar de ser un potencial líder en la región, en Colombia, la transición se hace esperar. Esta lentitud es especialmente preocupante en un país donde la matriz energética aún depende significativamente de combustibles fósiles como el petróleo y el carbón.

Pero, ¿Cuáles son los riesgos de una transición energética lenta para el país? En este artículo ahondaremos sobre la matriz energética colombiana, su estado actual en cuanto a energías renovables, y cómo la lentitud en el cambio podría costarle caro a la nación.

La energía eólica marina podría ser una oportunidad en Latinoamérica.

Créditos: Grahame Jenkins – Unsplash

¿Cómo es la matriz energética en Colombia?

Colombia es un país con una riqueza energética considerable, pero también con una matriz energética que podría describirse como una “mezcla”. Aunque el país ha realizado inversiones significativas en energías renovables, especialmente hidroeléctricas, sigue siendo altamente dependiente de fuentes de energía no renovables como el petróleo y el carbón

Además, presenta las siguientes fuentes de energía activas: 

Energía Hidroeléctrica: su caballo de batalla

La energía hidroeléctrica representa una gran parte de la matriz energética de Colombia, aproximadamente el 70%. Esto se debe a la abundancia de recursos hídricos en el país. 

Sin embargo, el cambio climático y fenómenos como El Niño pueden afectar negativamente esta fuente de energía, haciendo que no sea completamente confiable a largo plazo.

Con el cambio climático, Colombia ha experimentado un aumento en eventos extremos. Según el IDEAM (Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales), los eventos relacionados con El Niño y La Niña causaron pérdidas que ascendieron a más de $11,000 millones de dólares entre 1990 y 2011.

Carbón y Petróleo: la cara no tan verde del país

El petróleo y el gas son históricamente dos de los pilares fundamentales de la economía colombiana. Según datos del Ministerio de Minas y Energía de Colombia, el sector de hidrocarburos ha contribuido de manera significativa al PIB nacional, representando en torno al 4-5% en años recientes. Además, los ingresos derivados de la explotación de petróleo y gas son una fuente clave de financiamiento para proyectos de infraestructura y programas sociales. 

En cuanto a la producción de petróleo, en el 2022, se registraron 275 millones de barriles, mostrando un aumento de 6 millones respecto al año anterior. Sin embargo, esta dependencia de los combustibles fósiles presenta desafíos importantes en el contexto de la transición energética global y los compromisos medioambientales.

Estas fuentes de energía son altamente contaminantes y presentan riesgos tanto ambientales como para la salud pública. Además, la dependencia de estos recursos hace que el país sea vulnerable a las fluctuaciones en los precios internacionales.

El dilema del gas natural

El gas natural se presenta a menudo como una “alternativa más limpia” al carbón y al petróleo. Sin embargo, aunque puede servir como un “puente” hacia fuentes de energía más sostenibles, no es la solución a largo plazo para la sostenibilidad energética de Colombia.

Primero, aunque emite menos dióxido de carbono que el carbón y el petróleo, sigue siendo una fuente de emisiones de gases de efecto invernadero. A medida que los países, incluida Colombia, buscan alcanzar la neutralidad de carbono para combatir el cambio climático, el papel del gas natural podría disminuir en importancia.

Segundo, la extracción de gas natural no está exenta de impactos ambientales negativos, como la posible contaminación del agua debido a técnicas como la fracturación hidráulica. Además, el gas natural también está sujeto a fugas de metano, un gas de efecto invernadero mucho más potente que el dióxido de carbono, aunque en menor cantidad.

Por último, con el rápido avance en tecnologías de energías renovables como la solar y la eólica, y su disminución constante en costos, el gas natural enfrenta una competencia cada vez más fuerte como fuente de energía primaria.

Energías Renovables: el futuro urgente

A pesar de que fuentes de energía renovable como la solar y la eólica han ganado terreno en los últimos años, el ritmo de su adopción en la matriz energética de muchos países, incluida Colombia, todavía se considera lento. Hay varias razones detrás de este fenómeno.

Primero, aunque los costos de las tecnologías renovables están disminuyendo, la inversión inicial aún puede ser significativa. Esto es especialmente cierto en países en desarrollo donde los fondos para infraestructura energética pueden ser limitados. Además, invertir en nuevas tecnologías implica un riesgo que muchas entidades financieras pueden ser reacias a asumir, especialmente si se comparan con las inversiones más “seguras” en tecnologías de energía establecidas.

Segundo, las infraestructuras de energía están diseñadas para ser duraderas y tienen una larga vida útil. Esto significa que las inversiones en energías no renovables hechas en el pasado, como plantas de carbón o gas, pueden tener un efecto de bloqueo tecnológico, donde los sistemas antiguos siguen en uso simplemente porque ya están allí y funcionando.

Tercero, en países donde los sectores de petróleo y gas son fuertes, como Colombia, puede haber resistencia política y económica para alejarse de estos recursos. En estos casos, las fuentes de energía no renovables no solo proporcionan electricidad, sino que también son una fuente crucial de empleo e ingresos fiscales.

Por todo esto, aunque las inversiones en tecnologías de energía renovable son esenciales, no son suficientes por sí solas. Se necesita una estrategia a largo plazo que incluya políticas de incentivo, reformas regulatorias, y quizás lo más importante, un cambio cultural y educativo que fomente la sostenibilidad y el respeto por el medio ambiente. 

porque Colombia puede liderar en la transición energética

Créditos: Zbynek Burival – Unsplash

¿Cuáles son los riesgos para Colombia de una Transición Energética demasiado lenta?

De esta manera, la transición energética es un proceso complejo que va más allá de simplemente reemplazar una fuente de energía por otra. Requiere una reconfiguración completa de cómo se produce, distribuye y consume la energía en la sociedad. Es un reto enorme, pero las apuestas, que incluyen nada menos que la salud del planeta y el bienestar de las generaciones futuras, no podrían ser más altas. 

En contrapartida, una negación de la necesidad de llevar a cabo un proceso de transición energética justa, puede traer sus consecuencias para Colombia:

Riesgos ambientales: más que sólo cambio climático

Empezando por el ámbito ecológico, un progreso lento en la adopción de energías limpias amplifica los ya crecientes problemas del cambio climático. 

Desde la erosión de costas hasta el derretimiento de los glaciares en la Cordillera de los Andes, los efectos son tangibles y escalan rápidamente en severidad. Además, la deforestación y la contaminación del agua y el aire se perpetúan con la dependencia de fuentes de energía no renovables.

Según datos del Banco Mundial, las emisiones de CO2 per cápita en Colombia fueron de aproximadamente 1.7 toneladas en 2019. Esta cifra es baja en comparación con países más industrializados, pero destaca la necesidad de una transición energética para mantener o reducir estas emisiones.

Vulnerabilidad económica: el costo de la inacción

En el plano económico, el retraso es sinónimo de oportunidades perdidas. De acuerdo con un informe de la empresa WTW y el Centro Regional de Finanzas Sostenibles de la Universidad de los Andes, los costos de no acelerar la transición podrían alcanzar los $88,000 millones de dólares. Esto se traduce no solo en gastos directos sino en la pérdida de competitividad en un mundo que avanza rápidamente hacia una economía verde.

Riesgo social: salud y empleo

Los combustibles fósiles no solo son malos para el planeta; también son perjudiciales para la salud pública. Enfermedades respiratorias y cardiovasculares pueden agravarse debido a la mala calidad del aire. 

Además, al no fomentar sectores energéticos sostenibles, Colombia podría estar desaprovechando la creación de empleos en industrias del futuro, perpetuando un ciclo de desempleo y subempleo. Un informe del Banco Interamericano de Desarrollo estima que la transición hacia energías limpias podría generar hasta 60,000 nuevos empleos en el sector energético para 2030.

¿Por qué es tan necesaria la Transición Energética?

En resumen, la necesidad de una transición energética acelerada en Colombia es imperativa no solo para estar en sintonía con los esfuerzos globales contra el cambio climático, sino también para salvaguardar su economía, su sociedad y su posición en el escenario mundial. 

No se trata solo de una cuestión ambiental; es también un asunto de urgencia económica y social. La tardanza en diversificar y adoptar fuentes de energía más sostenibles pone en peligro no solo los frágiles ecosistemas colombianos, sino también la estabilidad económica a largo plazo. 

En un mundo que se mueve cada vez más hacia políticas de comercio verde y sostenible, quedarse rezagado en la transición energética podría cerrarle a Colombia importantes puertas en el ámbito internacional, sin mencionar los riesgos relacionados con el cambio climático, que podrían exacerbar problemas ya existentes como la pobreza y la desigualdad.