Combustibles fósiles: qué son y por qué debemos disminuir su uso drásticamente

Los combustibles fósiles son la fuente de energía más utilizada. Sin embargo, también contribuyen al cambio climático. Conoce qué son y cuáles son sus efectos.

En la actualidad, los combustibles fósiles son la fuente de energía más utilizada en la industria productiva. De ellos dependen muchos de los objetos que utilizamos en la vida cotidiana. 

Sin embargo, sabemos que contribuyen a los efectos del cambio climático en el planeta en el que vivimos. Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), “la quema de carbón, petróleo y gas es la fuente dominante de emisiones de gases de efecto invernadero”.

Si bien en muchas regiones son la fuente de energía más utilizada y uno de los negocios más rentables de la industria, existen otros tipos de energía que pueden reemplazar el uso de los combustibles fósiles o disminuirlos en gran cantidad, para mitigar los efectos del calentamiento global

¿Qué son los combustibles fósiles y cómo afectan al medio ambiente?

Los combustibles fósiles son la consecuencia de la descomposición de plantas y organismos enterrados bajo sedimentos y capas de rocas por miles de años. Dicho proceso de descomposición convierte esta materia orgánica en depósitos ricos en carbono.

Se estima que alrededor del 80% de la energía mundial proviene de combustibles fósiles.  Eso la convierte en una de las fuentes de energía más utilizadas del planeta. Paradójicamente, es también la más contaminante. Al ser combustionados, liberan dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero (GEI).

Además, son recursos no renovables, es decir que no son rápidamente generados por la naturaleza una vez que se consumen. Por su relativa escasez, el negocio de la exploración, extracción y comercialización de los combustibles fósiles es considerado sumamente rentable. 

 

Tipos de combustibles fósiles 

Existen tres tipos principales de combustibles fósiles: 

Carbón

El carbón una roca sedimentaria de color negro, muy rica en carbono y con cantidades variables de otros elementos como hidrógeno, azufre, oxígeno y nitrógeno. Al arder fácilmente, es uno de los combustibles fósiles más utilizados.

Algunos de los usos más comunes de esta materia prima son la generación de electricidad, la producción de acero, cemento y combustibles líquidos. Por su parte, el país que más consume este tipo de hidrocarburo es China, seguido por India y Estados Unidos.

El carbón es el mayor responsable de las emisiones de dióxido de carbono en la atmósfera, representando un 44%. Además, al obtenerse a través de la minería, es una industria que contamina en su producción

Según el informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), en el 2022 se batió un récord en la quema de carbón: una tonelada de carbón por cada persona en el planeta. Este pico en el consumo de carbón se debe a dos situaciones en particular: el aumento de consumo de energía eléctrica en la post pandemia y la invasión rusa en Ucrania. Gran parte de la Unión Europea no tiene acceso al gas proveniente de Rusia, por lo cual debieron alimentar sus fuentes de energía a base de carbón. 

El carbón es un combustible fósil.

Créditos: Joey Harris – Unsplash

Petróleo

El petróleo crudo es otro de los combustibles fósiles más utilizados en forma de gasolina, diesel y gasóleo. Este aceite mineral que yace en pozos en la tierra y el mar requiere de procesos de extracción nocivos. Uno de ellos es el fracking, que es sumamente contaminante y negativo para el medioambiente

El uso del petróleo representa un tercio de las emisiones de dióxido de carbono en el mundo, al mismo tiempo que expone grandes riesgos de contaminación en sus procesos de extracción mediante los derrames de petróleo en ecosistemas acuíferos. 

Además, previa a la fractura hidráulica, se llevan a cabo proyectos de exploración del territorio con el objetivo de conocer la posible existencia de yacimientos de petróleo que también tienen sus consecuencias en la fauna y flora del lugar. Por ejemplo, en el caso de yacimientos marinos con la exploración offshore.  

El petróleo es un combustible fósil.

Créditos: David Thielen – Unsplash

Gas Natural

Si al hablar de petróleo y carbón los referimos al dióxido de carbono como el componente contaminante, el gas natural emite su propio gas de efecto invernadero: el metano. Según las Naciones Unidas, el metano es el componente primario del gas natural y se emite parte a la atmósfera durante la producción, procesamiento, almacenamiento, transmisión y su distribución.

Actualmente es el principal combustible fósil utilizado por Estados Unidos, uno de los países con más emisiones de gases de efecto invernadero. A pesar de ser el combustible más “limpio” de los tres, representa una quinta parte de las emisiones mundiales, sin contar las emisiones fugitivas. 

El gas es un combustible fósil.

Créditos: Myko M – Unsplash

Alternativas a los combustibles fósiles: ¿por qué es tan necesaria?

En línea con el Acuerdo de París, los países firmantes se comprometieron a disminuir las emisiones de carbono con el objetivo final de desacelerar el aumento de la temperatura del planeta por debajo de los 2 grados. 

Esta meta está directamente relacionada con el ciclo productivo de los combustibles fósiles, ya que la principal causa del calentamiento global son las emisiones de gases de efecto invernadero como consecuencia de la explotación de los mismos. 

De esta manera, la Agencia Internacional de la Energía afirma que, “para alcanzar el objetivo del Acuerdo de París, no se pueden desarrollar nuevos yacimientos de petróleo o gas ni construir nuevas centrales eléctricas de carbón en ningún lugar”.

Una de las estrategias para hacer frente a este objetivo de emisiones cero es reemplazar en cierta medida el uso de energías no renovables a energías renovables. 

La gran ventaja de diversificar la matriz energética en base a energía renovables es que, en vez de depender de combustibles fósiles, los recursos naturales que se emplean para producir energía son de acceso ilimitado y generan impactos ambientales de menor magnitud.

El desafío de América Latina y los combustibles fósiles

Ya existen proyectos nacionales e internacionales de transición energética, por ejemplo el caso de Uruguay que, según el CAF, cuenta con un 98% de la matriz energética total representada en energías renovables. 

Sin embargo, en la región latinoamericana todavía quedan vacantes muchas oportunidades de aprovechamiento de recursos naturales renovables como el agua, el sol y el viento.  

Al mismo tiempo que una transición energética es favorable para contrarrestar los efectos negativos del calentamiento global, ofrece la oportunidad de crear un 1% de crecimiento económico adicional y 15 millones de nuevos empleos en la región.

No obstante, es importante destacar que todavía existen economías latinoamericanas que se ven beneficiadas por la exportación de los combustibles fósiles que yacen en sus territorios. Por lo que un camino de transición energética no sólo debe ser pensado desde el punto de vista sustentable, sino también social y económico. 

Según el BID, entre 2013 y 2018 un promedio de 8,0% de los ingresos públicos en Ecuador, 6,6% en Trinidad y Tobago y 5,4% en México dependían de la explotación de petróleo y gas natural”.

Las energías renovables son una alternativa a los combustibles fósiles.

Créditos: Karsten Würth – Unsplash

Transición energética

A pesar de estas disonancias, insistir en profundizar una matriz energética y productiva dependiente de los combustibles fósiles constituye una pérdida de tiempo y recursos para iniciar una transición que es inevitable.

Esto es así porque, si bien los costos y tiempos de transición hacia un cambio en las matrices energéticas son relativamente altos y extensos, en el mediano plazo los costos de los impactos negativos del cambio climático tendrán efectos aún mayores sobre las economías latinoamericanas.

Como consecuencia, se necesita un plan de acción justo y ordenado que contemple los tiempos del medio ambiente. Pero también de las economías regionales que dependen de estos activos fósiles para funcionar sin aumentar las brecha de desigualdad en estas naciones.