¡No al fracking en Colombia!

Decirle no al fracking en Colombia contribuye a la mitigación de impactos económicos por cambio climático. Descubre cómo.

Colombia está a un par de licencias ambientales de darle paso a proyectos piloto de fracking para extraer hidrocarburos. Añadiendo el fracking a las actividades extractivas actuales, el Gobierno colombiano continúa priorizando el desarrollo de la industria de combustibles fósiles para generar energía.

No obstante, esto contradice el propósito nacional de alcanzar la neutralidad de carbono para 2050 para evitar el cambio climático. Además, hay más oportunidades de crecimiento económico explotando el potencial para energías renovables que tiene el país que continuando la expansión de la industria hidrocarburífera a través del fracking.

Decirle no al fracking en Colombia contribuye a la mitigación de impactos económicos por cambio climático

La energía es el segundo sector con mayores emisiones de CO2 en Colombia, excluyendo el uso del suelo. Decirle sí al fracking representa más emisiones en el futuro, lo que implica un alto riesgo económico para la región de América Latina y el Caribe (ALC). Esta región es altamente vulnerable a la creciente variabilidad climática y a los desastres relacionados con este fenómeno.

Hoy por hoy, un promedio de cerca del 1,7 por ciento del PIB en la región se pierde cada año debido a desastres relacionados con el clima. Para 2050, las inundaciones resultado del aumento del nivel del mar podrían generar aún más pérdidas. De hecho, la proyección es de entre USD $940 millones y $1,2 billones de pérdidas anuales promedio en las 22 ciudades costeras más grandes de ALC. Esto es de acuerdo con cifras del Banco Mundial. Adicionalmente, el calor extremo y cambios en los patrones de precipitación están afectando a las ciudades, la productividad agrícola, los regímenes hidrológicos y la biodiversidad.

Asimismo, entre 150 mil y 2,1 millones de personas pasan a situación de pobreza extrema en ALC cada año a causa de los desastres. Sin medidas de mitigación, en 2030, este número podría llegar a las tres millones de personas al año, según el Banco Mundial. En 2018, Colombia ya acumulaba 3,5 millones de personas en nivel de pobreza extrema y 13 millones más en nivel de pobreza.

el fracking en Colombia impactaría en la agricultura.

Créditos: Zan – Unsplash

¿Se puede remplazar el gas natural y el petróleo por otras fuentes de energía?

Las emisiones por energía se dividen, principalmente, en tres categorías:

  1. Producción de electricidad
  2. Transporte
  3. Acondicionamiento de edificaciones

En materia de electricidad, como en la matriz energética mundial, los combustibles fósiles son todavía dominantes. Esto es así porque, hasta hace poco, estas fuentes de energía eran más baratas que fuentes renovables. Sin embargo, el panorama cambió en la última década, y las fuentes renovables son actualmente las más competitivas en precio.

De esta manera, países como Noruega y Nueva Zelanda han ido reemplazando los combustibles fósiles. Ahora más del 80 por ciento de su electricidad proviene de renovables. No obstante, otros países continúan dependiendo de los combustibles fósiles. Por ejemplo, en Argentina, el 64 por ciento de la electricidad proviene del gas, lo que ha generado un déficit debido a las costosas importaciones de este combustible. En el 2022, este déficit está proyectado a alcanzar USD $4,5 billones. Esto es importante porque sugiere que el fracking en Argentina, a pesar de los incentivos del Gobierno, aún no satisface las expectativas económicas en producción de gas.

Tanto transporte como acondicionamiento de edificaciones también tienen sustitutos con fuentes de energía bajas en carbono. Por ejemplo, Europa ya inició la electrificación de vehículos, y Estados Unidos y Brasil son grandes productores de biocombustibles. Se proyecta que la competitividad de las energías solar y eólica incremente aún más a medida que los países continúen instalando capacidad, restando rentabilidad a los combustibles fósiles.

¿Si el Gobierno dice no al fracking en Colombia, cuál sería la mejor alternativa como fuente de energía?

Colombia no ha tenido grandes descubrimientos de hidrocarburos desde 2009. Al cierre del 2020, tenía reservas de petróleo para soportar seis años más con la actual tasa de producción. En cuanto a reservas de gas, la vida de producción con las reservas actuales solo alcanza para ocho años más. Esto es según datos del Ministerio de Energía.

En contraste, el país tiene un gran potencial para el desarrollo de proyectos energéticos eólicos y solares. El potencial de energía solar es de 6 KWh (m²/d), superior al promedio mundial de 3,7 KW/h (m²/d). Por otra parte, el departamento de La Guajira cuenta con vientos que van desde los 8,50 m/s hasta los 9,75 m/s en promedio. Incluso, éstos han alcanzado velocidades de 14 m/s, y están entre las más altas registradas a nivel mundial y casi el doble del promedio global.

Más importante aún, estas son fuentes de energía inagotables y bajas en carbono. Por un lado, esto elimina la búsqueda constante de reservas de hidrocarburos y habilita el acceso a energía más barata. Por el otro, las emisiones de CO2 de Colombia reducirían, contribuyendo al alcance de sus metas climáticas.

paneles solares

Créditos: American Public Power Association.

Fracking: ¿Económicamente viable para Colombia?

Como lo planea el Gobierno colombiano hoy, Argentina hizo una gigantesca apuesta con el fracking para promover su desarrollo económico. Sin embargo, no ha sido el salvavidas esperado, aunque las reservas argentinas están entre las más grandes del mundo.

En Argentina, la producción de gas con fracking no es tan industrializada como en Estados Unidos. Por consiguiente, para incentivar la producción, Argentina paga subsidios a las petroleras sobre el valor global al que se cotiza el gas. Así, en 2018, mientras que en Estados Unidos se comercializaba gas a un precio de entre USD $2 y $4/MMBTU, en Argentina se pagaban USD $7.5/MMBTU. En dicho año, solo en subsidios a las petroleras, el Gobierno argentino pagó USD $340 millones. La cifra, sin embargo, alcanzó los USD $3,6 billones sumados todos los subsidios entregados entre 2016 y 2018.

Otra causa del fallido intento de fracking en Argentina es la dificultad para conseguir las constantes y altas inversiones requeridas. Incluso en una industria desarrollada como la estadounidense, los pozos de fracking se agotan rápidamente. Esto implica constantes inversiones en nuevas perforaciones y un alto endeudamiento por parte de las empresas. Todo por una actividad que no ha sido tan rentable ni en el mejor de los casos. Consecuentemente, es difícil proyectar un futuro diferente para Colombia, sobre todo cuando la economía mundial está descarbonizando.

¿De qué depende que el Consejo de Estado diga no al fracking?

De adquirir las licencias ambientales requeridas, el Ministerio de Energía de Colombia permitiría a las empresas encargadas ejecutar los pilotos. En total, la suma que se espera invertir es de USD $133 millones. El Consejo de Estado decidirá según el informe de impacto que se realice durante la ejecución de estos proyectos.

Si Colombia elimina las restricciones actualmente establecidas y avanza con el fracking, podría terminar con inversiones en activos varados. Desarrollar la infraestructura y el proceso técnico que el fracking requiere conlleva inversiones altas. El impulso global hacia la descarbonización aumenta el riesgo de que el país quede con activos varados perdiendo oportunidades económicas.

Actualmente, Colombia tiene un potencial más alto de crecimiento económico priorizando la inversión y el desarrollo de energías renovables. Estas fuentes de energía representan ahorro y estabilidad para la población y una disminución en emisiones de carbono. Además, la historia muestra que la fractura hidráulica no ha sido la salvación de la economía en otros países. En cambio, ha generado un alto nivel de endeudamiento. Decirle no al fracking en Colombia y sí a las energías renovables plantea un mejor futuro para el país.

¡No al fracking en Colombia!