Isla de Marajó en Brasil: sistemas agroforestales para hacer frente al cambio climático

Una organización trabaja con las comunidades de la Isla de Marajó en Brasil para crear sistemas agroforestales que los protejan del cambio climático.

La realidad de Marajó es paradójica. Ubicado al norte de Brasil, se trata del archipiélago fluvio-marino más grande del mundo. Una isla gigante en la que viven más de 500 mil personas. Al mismo tiempo, hasta hace cinco años gran parte del país no sabía de su existencia.

Lógicamente, también desconocía la gravedad de los problemas que enfrentan las comunidades locales para subsistir. El cambio climático azota el territorio, y las familias que viven en la isla no cuentan con la capacidad necesaria para adaptarse a las virulentas alteraciones ambientales.

De hecho, sus municipios presentan los números más bajos de todo Brasil en el IDH (Índice de Desarrollo Humano). La vida en Marajó, entonces, corre peligro.

Sistemas agroforestales diversificados: cómo adaptarse al cambio climático

Hace cinco años la Fundación Avina comenzó un largo proceso de trabajo con parte de la población del archipiélago, con el objetivo de aportar soluciones basadas en la naturaleza que permitan la adaptación en un territorio altamente vulnerable. Este proyecto, denominado Marajó Resiliente, se extiende sobre varias aristas, pero el propósito principal es fortalecer y desarrollar sistemas agroforestales diversificados en el territorio.

Los sistemas agroforestales diversificados aportan grandes beneficios a quienes lo cultivan. Su enfoque consiste en trabajar el cultivo de distintos tipos de plantaciones, ampliando no solo la producción sino también la variedad.

Investigaciones realizadas por Avina ya concluyeron que estos sistemas agroforestales contribuyen a la seguridad alimentaria, ya que provee distintos tipos de alimentos y hace más completa la canasta familiar. Además, ofrece beneficios ambientales, como la protección frente al aumento del nivel del mar y eventos extremos, ambas consecuencias negativas del cambio climático.

sistemas agroforestales en la Isla de Marajó en Brasil

Créditos: Fundación Avina

Marea alta, un peligro para Marajó

De hecho, una de las amenazas que sufren las comunidades locales de Marajó es la crecida del mar. Eventos de este tipo provocan la pérdida del territorio y también afectan las áreas de producción. Cada vez que sube la marea, el impacto es muy significativo: afecta los hogares de las familias, erosiona el suelo para cultivo e inunda las desembocaduras de los ríos.

Sobre este último problema, los sistemas agroforestales podrían ser una gran solución. “Se podría sembrar vegetación con una función ecológica, que haría de barrera a esas olas de la marea alta”, explica Juliana Strobel, referente de Avina, quien además especifica que la idea del proyecto es plantar, como mínimo, 23 especies distintas.

Erosión del suelo y pérdida de territorio

Otra de las consecuencias del cambio climático en el archipiélago es la sal que deja la crecida del mar. Eso genera que el territorio no esté disponible para el cultivo del asaí, el principal producto de Marajó, que contiene un alto valor nutricional y es la base de la alimentación local.

El asaí (considerado un commodity del Amazonas) no es el único fruto afectado. Juliana Strobel recuerda cuando le contaron que algunos de los frutos modificaron naturalmente su ciclo de maduración. Antes, solían caer del árbol en julio y ya estaban listos para ser consumidos. Ahora, precipitaron su caída para mayo y, cuando caen, no tienen condiciones de alimentación.

Sequía, inundaciones, erosión del suelo, pérdida del cultivo y un verano cada vez más largo e intenso. “Se trata de supervivencia”, sentencia Strobel.

Alcance del proyecto

El proyecto de Fundación Avina, que comenzará su implementación en 2024, contempla la creación de sistemas agroforestales diversificados como una alternativa de adaptación. Para llevarlo adelante, recibió el apoyo del Fondo Verde del Clima, y también articuló con organizaciones locales como Belterra y Conexsus.

De los 17 municipios que conforman el archipiélago, se trabajará en 3 de ellos: Salvaterra, Cachoeira do Arari y Soure, colaborando con 74 mil majoaras. El objetivo principal es dar condiciones para aquellas familias que quieran agrandar o diversificar su agroforestería, y para ello tienen pensado disponer de 800 hectáreas para implementar esos sistemas.

“Allí habrá soporte técnico de especialistas y científicos, pero también vamos a incorporar el conocimiento tradicional de las comunidades, para que formen parte de ese equipo técnico y exista un intercambio entre el saber científico y tradicional. El propósito es que el conocimiento aprendido quede en la población local”, explica la referente de Avina.

El sistema agroforestal no es el único apoyo del proyecto. Una vez garantizada la seguridad alimentaria, el paso siguiente es salir a los mercados y comenzar a comercializar la producción.

Uno de los beneficios de introducirse en el mercado, además del rédito económico, es acceder a los créditos para agricultores que otorga el gobierno de Brasil. La meta es asesorar y ayudar a las familias a que puedan concretar esa oportunidad financiera.

proyecto de Fundación Avina en la Isla de Marajó en Brasil

Créditos: Fundación Avina

La importancia de involucrar a los gobiernos locales

Además, Avina trabajará con los gobiernos locales. “Es importante que el municipio comprenda ese impacto climático futuro para la región”, dice Strobel.  Veremos junto con ellos cómo se pueden fortalecer políticas públicas municipales que sean favorables a la implementación de agroforestería”, agrega.

Un ejemplo claro de esta necesidad fue el muro que levantaron 3 veces en el municipio de Salvaterra para proteger el territorio de la crecida del mar. Cuatro años atrás lo construyeron por primera vez. Hace dos años, esa pared de contingencia se derrumbó y se invirtió dinero nuevamente para edificar otro, que terminó cayendo el año pasado.

“Trabajaremos para entender cómo pueden invertir mejor sus recursos, reconociendo el impacto del cambio climático, para traer soluciones más adecuadas y de largo plazo”, explica Strobel.

En este proceso de co-construcción, Avina y las familias de Marajó fueron consolidando su vínculo para comenzar con esta colaboración mutua. Una colaboración que busca transformar las condiciones del territorio y sus poblaciones, para lograr una necesaria y urgente capacidad de adaptación climática.