Bosque Atlántico: qué es y por qué debe ser protegido
Esta inmensa ecorregión conocida como Bosque Atlántico abarca tres países y ya perdió más del 80% de su extensión. Una organización trabaja para salvarlo.
Esta inmensa ecorregión conocida como Bosque Atlántico abarca tres países y ya perdió más del 80% de su extensión. Una organización trabaja para salvarlo.
La imagen en Google Earth es muy reveladora. Al hacer zoom, el sistema virtual de información geográfica de Google muestra zonas verdes interrumpidas por manchas de color marrón. Como una cabeza a la que rasuraron de forma indiscriminada y sin ningún criterio. La imagen impacta por sí misma, pero cobra otra dimensión al saber que se trata de el Bosque Atlántico, uno de los bosques más importantes del planeta.
El Bosque Atlántico enfrenta serios problemas que amenazan su existencia. La degradación de esta inmensa ecorregión, que abarca tres países (Brasil, Paraguay y Argentina), ha sido tal que ya se perdió más del 80% de su extensión. La protección de esta zona urge por la cantidad de beneficios que aporta su gran riqueza biológica.
Su basta biodiversidad comprende 20 mil especies de árboles y más de 4000 especies de animales. Además, es hábitat natural del yaguareté, el felino más grande del continente americano y que se encuentra en peligro de extensión.
Recuperar el Bosque Atlántico
Los desafíos de conservación del Bosque Atlántico no se limitan únicamente a la fauna y la flora del lugar. También lo son para el ser humano. En esta gran área verde, considerada una de las áreas naturales más ricas del mundo, viven más de 148 millones de personas. Por eso, es con ellas que la Fundación Vida Silvestre lleva adelante hace más de una década un trabajo de reforestación, cuidado y desarrollo local.
Las prioridades de este proyecto de restauración del Bosque Atlántico se diversifican en distintos frentes, y es por eso que la organización busca abordar la tarea desde un enfoque integral. El trabajo es, específicamente, con las comunidades rurales de Misiones, la provincia de Argentina que forma parte de esta ecorregión (se trata del 2% del total del bosque, mientras que Paraguay tiene el 7% y Brasil el 92%).
Tras más de 10 años de actividades en el territorio, la Fundación y unas 130 familias rurales ya han logrado recuperar más de 475 hectáreas de selva misionera. “Trabajamos con un enfoque integral de restauración del paisaje forestal”, explica Lucía Lazzari, bióloga, coordinadora del programa Paisajes Terrestres de la organización.
A lo que se refiere Lazzari es a que no solo se trata de restablecer la funcionalidad ecológica del bosque, sino también de mejorar, a la par, el bienestar de las personas que forman parte de ese territorio. Contrarrestar la deforestación significa mucho más que solo recuperar el suelo y el espacio de la fauna. Es, también, favorecer el desarrollo de las comunidades rurales que viven allí.
Enfoque integral de restauración del paisaje forestal
Algunas de las iniciativas que implementaron fueron:
1) Plantación de árboles para recuperar la estructura del bosque
2) Mejorar el acceso al agua. La cantidad y calidad del agua existente no era la más adecuada, ya sea por deforestación o por prácticas no recomendables como llevar a los animales al borde del arroyo.
3) Apoyar actividades de interés para los productores locales.
4) Incorporación de sistemas agroforestales. Esto implica diversificar el cultivo y que no sea solo de yerba (nativa del Bosque Atlántico) sino también de otras especies. Contar con otras plantaciones colabora con la incorporación de mayores nutrientes, pero además con la permeabilidad al paso de la fauna.
Familias, fauna, flora: alcanzar el equilibrio
Este último punto corresponde a una de las aristas principales del trabajo de Vida Silvestre: lograr la conectividad del bosque en general, para permitir una mejor y mayor circulación de la fauna. Lazzari señala que, a causa de la deforestación, los espacios verdes que quedan se están empezando a desconectar. El territorio queda reconfigurado así en grandes bloques de selva, y eso es un problema.
“Afecta la viabilidad de las poblaciones que viven ahí. Tenemos que trabajar en establecer corredores ecológicos para que la fauna pueda moverse de un lado a otro, y así darle funcionalidad a las áreas que todavía se conservan”, argumenta.
En el medio de esos grandes bloques, hay comunidades instaladas. El objetivo es pensar junto con ellos el desarrollo de sus actividades productivas, para que también ellos puedan colaborar al cuidado del suelo.
“Producen y viven de lo que producen, entonces desde la Fundación trabajamos mucho en compatibilizar la conservación con la producción y el desarrollo realmente sostenible. No pretendemos que sean áreas protegidas, sino que sean corredores por los que la fauna pueda pasar”, agrega la coordinadora.
La tarea es compleja. Proyectar la recuperación y conservación del bosque implica construir un delicado equilibrio entre todos los componentes de esta gran ecorregión. Colaborar para que cada pieza conviva de la forma más armoniosa y constructiva posible. Apoyar el desarrollo de las familias rurales, sin descuidar el hábitat natural que representa para los animales y las plantas.
Amenazas al Bosque Atlántico
Y, por supuesto, combatir amenazas externas. Existen muchas presiones sobre el territorio. Una de ellas es la caza furtiva de grandes mamíferos, una práctica ilegal en la provincia de Misiones y que solo está permitida para las comunidades originarias.
La deforestación sin regulación (que ha disminuido bastante, en parte, gracias a la Ley de Bosques), impacta en la calidad del suelo, provocando sequías y efectos nocivos ambientales y en las personas.
Además, deben enfrentar el atropellamiento de animales en las rutas. Si bien hay grandes superficies de áreas protegidas, algunas de ellas son atravesadas por la Ruta Nacional 12. Aunque hay límites establecidos para mitigar el impacto, la normativa no se cumple. Y la amenaza de que mueran animales es una realidad latente. Como la del yaguareté.
El valor del yaguareté
En peligro crítico de extinción, trabajar por la conservación de este mamífero conlleva un beneficio enorme para todo el ecosistema. De hecho, es considerada una especie paraguas. “La llamamos así por las condiciones que necesita para sobrevivir: una selva con mucha extensión y de buena calidad. Entonces, si trabajás en conservar el yaguareté, indirectamente estás trabajando en conservar el hábitat”, dice Lazzari.
El animal funciona como un parámetro. Es un indicador de la salud del ambiente. Si el yaguareté está presente, es porque ese lugar tiene buenas condiciones y está saludable.
Iniciativa Emblemática de Restauración Mundial: reconocimiento de la ONU
Asociados a WWF (World Wildlife Fund), Fundación Vida Silvestre también trabaja mancomunadamente con otras organizaciones multisectoriales de Brasil y Paraguay porque, dice Lazzari, “la biodiversidad no conoce de fronteras”. Gracias al trabajo en conjunto, en 2022 el Bosque Atlántico fue nombrado por la ONU como Iniciativa Emblemática de Restauración Mundial.
Además de la prioridad que les otorga este reconocimiento, también brinda visibilidad frente al mundo y, como consecuencia, mayores posibilidades de traccionar fondos, para continuar con más actividades de conservación del territorio.
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