Ambiente y género: qué es la Escuela Feminista para la Acción Climática

Creada por Fundación Plurales, la Escuela Feminista para la Acción Climática nuclea comunidades y organizaciones de América Latina.

El cambio climático nos afecta a todos pero no a todos por igual. Existen variables como la región del mundo, la situación socioeconómica y el género que aumentan la vulnerabilidad a sus impactos. ¿Afecta la crisis climática más a las mujeres que a los hombres? La respuesta es sí. Y si esas mujeres habitan territorios del Sur Global que cuentan con recursos naturales valiosos, los desafíos son mayores. Es en ese contexto es que nace la Escuela Feminista para la Acción Climática creada por Fundación Plurales.

Se trata de una red latinoamericana que nuclea las demandas de “mujeres indígenas, campesinas, afrodescendientes, quilimbolas y urbanas precarizadas, defensoras del ambiente y del territorio”. Una red de resistencia.

Cómo surge la Escuela Feminista para la Acción Climática

En 2021, a partir del trabajo territorial con defensores ambientales, desde Fundación Plurales observaron que había un interés en muchas mujeres por el intercambio de experiencias, la adquisición de conocimientos y la incorporación de mecanismos regionales y globales sobre la lucha ambiental y el cambio climático.

Así comenzaron con talleres y encuentros sobre feminismo, cambio climático, agroecología, comunicación, entre otras temáticas. Lo que derivó en la creación de la Escuela Feminista para la Acción Climática. Cuenta con una Plataforma Virtual, con cursos sobre impactos del cambio climático y soluciones climáticas justas en términos de género.

La escuela apunta a “disminuir la situación de desventaja y vulnerabilidad de los grupos de defensoras de derechos humanos y ambientales”. Señalan que esta desigualdades “se han profundizado como producto de la crisis económica global, la crisis sanitaria y las medidas de ajuste tomadas por los Estados”.

mujeres y ambiente

Créditos: Escuela Feminista para la Acción Climática

En 2022, más de 40 mujeres de unas 30 organizaciones de México, Nicaragua, Ecuador, Guatemala, Honduras, Paraguay, Bolivia, Brasil y Argentina que participan de la Escuela Feminista para la Acción Climática, firmaron un pronunciamiento. El objetivo era visibilizar la exigencia de un cambio rotundo de sistema, que deje de fomentar el extractivismo y sus consecuentes efectos en el medioambiente, que proteja la tierra, los bienes comunes y las personas. 

En este pronunciamiento, destacan lo que consideran como la causa principal a enfrentar: el extractivismo. ¿Por qué? “Porque se basa en la destrucción de los territorios y bienes naturales”, explica Marta Esber, coordinadora del Programa de Defensoras Ambientales de Fundación Plurales.

La mujer, más vulnerable ante el extractivismo

Una de las claves de la Escuela Feminista para la Acción Climática es evidenciar cuáles son las necesidades de las mujeres que habitan los territorios afectados por el extractivismo, “porque son ellas quienes más sufren las consecuencias de todo esto”, dice Esber. 

Señala que en este contexto de avance del extractivismo las mujeres son más vulnerables. Que hay un mayor sufrimiento tanto físico como psíquico en comparación con el hombre. “Las herramientas de resistencia son diferentes”, manifiesta.

Para graficar el panorama, la coordinadora de Fundación Plurales detalla una serie de situaciones que deben vivir las mujeres. Situaciones tan cotidianas como complejas, que culminan en una disparidad al momento de enfrentar el atropello territorial y ecológico del extractivismo.

los problemas ambientales desde una perspectiva feminista

Créditos: Escuela Feminista para la Acción Climática

Sin conectividad, violencia machista y doble tarea

“El celular. Una herramienta fundamental de seguridad de las activistas y defensoras ambientales, porque generalmente se mueven en lugares aislados y, si sufren un ataque, pueden pedir ayuda. No todas cuentan con celular. Sin embargo, en su propia casa los hombres sí tienen. Ahí hay una condición de mayor vulnerabilidad”.

Otro ejemplo: “Supongamos que una minera se instala en un territorio. La comunidad se opone pero la minera logra su objetivo, ejerciendo violencia material o persecución sobre el grupo de resistencia, conformado por hombre y mujeres. Esa violencia es mucho mayor y específica sobre la mujer”.

Además, describe una doble tarea que recae sobre ellas y no sobre el hombre, instalada a partir de una lógica patriarcal imperante en la sociedad: la tarea productiva y la reproductiva. La primera refiere al cuidado de la huerta, los animales y actividades de esa índole. La segunda, al cuidado de los hijos y de la casa. “Entonces, las mujeres deben tener herramientas del cuidado y de seguridad distintas”, enfatiza.

La fuerza de lo colectivo

Colonialismo, patriarcado, neoliberalismo y anti-derechos son conceptos contra los que luchan desde la Escuela Feminista para la Acción Climática. Esber deja en claro que son palabras necesarias. Que es un discurso imprescindible. “Lo vas a escuchar de todas estas mujeres a donde sea que vayan. Lo dicen siempre”, sostiene. “Es como decir ‘bueno, este es nuestro problema, este sistema es nuestro problema, si podemos salir de este sistema, las cosas cambiaría’”.

Para la coordinadora se trata de un contexto político y económico complejo el que se extiende en toda América Latina. Y que, por eso, la resistencia de manera aislada es insuficiente. “La manera que vamos encontrando las organizaciones es irnos uniendo”, menciona. “Lo colectivo es lo único que podría modificar un poco este contexto”.