Un proyecto universitario en Argentina fabrica ladrillos sanitarios con medicamentos vencidos
Un proyecto en la Universidad Nacional de Tucumán, Argentina, busca concientizar sobre la gestión de los residuos de medicamentos vencidos.
Un proyecto en la Universidad Nacional de Tucumán, Argentina, busca concientizar sobre la gestión de los residuos de medicamentos vencidos.
¿Los medicamentos se pueden tirar en la basura común? La respuesta es que no, pero hay algunos matices. La importancia de contar con normativas que lo regulen es vital para contrarrestar la contaminación que generan en el medioambiente los residuos de medicamentos vencidos cuando no son bien gestionados.
En el caso de Argentina, la Ley de Residuos Peligrosos regula a nivel nacional el descarte que realizan los hospitales, centros de atención, clínicas y entidades dentro del espectro de la salud. Pero no abarca los desechos domiciliarios, es decir los que se generan en el hogar. Desechar en la basura medicamentos vencidos, por ejemplo, no está regulado.
Cómo surge Ecofarmaconciencia
Frente a esta problemática, que genera graves problemas en el agua, la tierra, la salud humana y la salud animal, una iniciativa universitaria busca concientizar a la comunidad y promover hábitos de buena gestión de residuos de medicamentos vencidos.
El proyecto se llama Ecofarmaconciencia, y es llevado adelante en la Universidad Nacional de Tucumán, provincia argentina. En él, alumnos y docentes trabajan en conjunto para recibir los residuos domiciliarios de medicamentos vencidos y darles un correcto tratamiento para su eliminación.
Sara Amaní y María Inés Ribó, farmacéuticas y profesoras en la institución educativa, comenzaron con esta iniciativa hace ya siete años, motivadas por el compromiso y la responsabilidad que, como profesionales, sentían hacia esta problemática.
Además de la concientización y el tratamiento que le dan a los medicamentos en desuso, Ecofarmaconciencia también busca completar ese vacío legal que existe con respecto a los desechos que se generan en los hogares.
El próximo gran paso es lograr una ordenanza municipal que lo regule. Han tenido avances, pero todavía es una cuenta pendiente. Aun así, lograron pactar un convenio con el gobierno local para trabajar juntos en la difusión y promoción de sus actividades.
Recolección de residuos de medicamentos vencidos
El proyecto, dice Sara Amaní, es multidisciplinario. En él colaboran de manera voluntaria alumnos de distintas carreras de la Universidad. Los estudiantes de Farmacia cumplen un rol fundamental, pero también hay estudiantes de Biotecnología y hasta de Educación Física.
Existe un punto fijo de recolección, donde la comunidad ya sabe que puede ir todas las mañanas. Está ubicado en la misma Universidad, y permanece siempre abierto y a disposición para quien quiera dejar lo suyo o informarse sobre el tema.
Concientizar a la comunidad
También hay puntos móviles, que se organizan en jornadas de recolección. Es una actividad muy importante de contacto con la comunidad, porque no se trata de un mero centro de acopio. El objetivo es que sea un espacio que invite a las personas a dejar sus residuos de medicamentos vencidos, pero que también signifique una oportunidad de dar a conocer la importancia de una buena gestión de los desechos.
“Donde más hacemos hincapié es en el contacto con la sociedad para trabajar en la concientización”, señala María Inés Ribó sobre las jornadas de recolección, que están todas programadas en el calendario anual. Para llevarlas adelante utilizan las plazas municipales con la autorización del gobierno local, que también colabora en la difusión, folletería, banners y otras tareas de promoción.
Cómo se tratan los residuos de medicamentos vencidos
Ecofarmaconciencia recibe todo tipo de medicamentos vencidos de distintas formas farmacéuticas, como jarabes o comprimidos. Una vez recolectados, son trasladados al laboratorio de la Universidad, donde son tratados por los propios alumnos de la carrera de Farmacia.
Sara explica el proceso de tratamiento de residuos y lo divide en tres instancias distintas:
1) Separación del envase primario y secundario. Aquí se separa la caja, el prospecto o el blíster del medicamento en sí. Es decir, se descarta todo el material reciblable, que luego se entrega al gobierno local para que se lo de a los recicladores urbanos.
2) Se clasifican los medicamentos vencidos de acuerdo a su forma farmacéutica (si es jarabe o comprimido) y en función de su nivel de peligrosidad, la categoría más importante. En esta tarea hay un fuerte hincapié pedagógico, ya que son los estudiantes los que ponen en práctica los conocimientos que vieron en clase. “Al alumno le sirve mucho”, asegura María Inés.
3) Se descarta propiamente el medicamento. Puede realizarse a través de distintas metodologías, como la incineración o la hidrólisis. La que más utilizan ellos es el encapsulado, porque es el que más efectivo les resulta y porque así pueden implementar una pata importante del proyecto: la creación de ladrillos ecológicos.
Ladrillos ecológicos a base de medicamentos vencidos
La propuesta de Ecofarmaconciencia se atreve a ir un paso más allá en el cuidado medioambiental e incluye reciclaje. Con tambores de pintura que reciben de donaciones, realizan una mezcla compuesta por 60% de medicamentos, 30% de cal, 20% de cemento y el resto de agua. Luego, lo cierran con la tapa de forma sellada.
Así es la metodología de encapsulamiento: la compresión de los residuos más el resto de los materiales. El resultado es un ladrillo ecológico, que irá a parar a las manos de los estudiantes de la carrera de Arquitectura, con quienes tienen un convenio, para que ellos los utilicen en la elaboración de distintos cimientos. Muchos de los ladrillos son usados para crear banquillos que pueden utilizar los alumnos dentro de la misma universidad.
Una contaminación silenciosa
La tarea que se cargan al hombro representa una alternativa a escala de una problemática que se extiende en todo el planeta. El desconocimiento de la población en general hace que un medicamento vencido termine en la basura común o en el inodoro, y eso se diversifique en un abanico de problemas.
En Argentina se han realizado investigaciones que detectaron en las aguas un alto porcentaje de medicamentos como ibuprofeno, paracetamol, anticonceptivos, metformina y antibióticos.
Los riesgos de los medicamentos vencidos en el ambiente y las personas
Se comprobó que los anticonceptivos, por ejemplo, disminuyen la capacidad de copulación de algunos peces, poniendo en riesgo la especie. Buitres estuvieron en peligro de extinción por problemas renales, tras alimentarse de ganado al que le suministraban diclofenac para disminuir dolores.
En lo que respecta a la salud humana, hubo casos de niños en situación de pobreza que terminaron hospitalizados por intoxicación, tras revolver la basura e ingerir clonazepam por error.
Los antibióticos, por su parte, representan para los especialistas de la salud una pandemia silenciosa. Tal es así que la Organización Mundial de la Salud aprobó un plan mundial de acción para abordar la resistencia antimicrobiana.
El problema es que el mal uso de este tipo de medicamentos genera bacterias resistentes a esos mismos medicamentos. Esto hace que los antibióticos que se utilicen no sean suficientes para combatir esas bacterias, volviendo necesaria la búsqueda de nuevos antibióticos.
Las consecuencias que provocan los residuos de medicamentos mal gestionados son tan negativas como silenciosas. La tarea de Ecofarmaconciencia también es silenciosa. Pero busca hacer ruido.
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