Alma de Monte: una tienda donde las comunidades del Chaco boliviano venden sus productos sustentables
Alma de Monte es una tienda que busca acercar la producción de las comunidades indígenas y campesinas del Chaco boliviano a los centros poblados urbanos.
Alma de Monte es una tienda que busca acercar la producción de las comunidades indígenas y campesinas del Chaco boliviano a los centros poblados urbanos.

En Alma de Monte prefieren no hablar de artesanías sino de arte nativo, porque consideran que lo que fabrican las comunidades indígenas y campesinas es, en efecto, arte. Es una buena manera de entender la idea central de este proyecto, que busca revalorizar la producción rural del Chaco boliviano basada en desarrollo sostenible y conectarla con los mercados formales.
Alma de Monte es, en términos literales, una tienda. Una tienda que busca acercar la producción que existe en las áreas rurales a los centros poblados urbanos. Es decir: ser un vínculo entre el campo y la ciudad.
Pero además de ser una tienda impulsada por Nativa, una organización orientada a la conservación del medio ambiente, también es una idea. Cuyo espíritu es motivado por la valorización del trabajo que se genera en equilibrio con la naturaleza. Que acompaña la conservación de la biodiversidad y un desarrollo sostenible del bosque.
“En la naturaleza todo está vinculado. Cuando uno saca un hilo de un tejido, todo se suelta. Al final, en la naturaleza hay un equilibrio natural y es el que se tiene que seguir. Promovemos que todo este tipo de productos se hagan respetando los principios naturales”, explica Marcela Zamora, referente de Nativa.

Créditos: gentileza Alma de Monte
Llegar con los productos a los mercados, el desafío de cerrar esa brecha
El catálogo de los productos que vende Alma de Monte va desde tallados en madera, miel y cosmética natural, hasta alimentos orgánicos, cestería y más. La elaboración de todo ello implica un exhaustivo trabajo por parte de las comunidades del Chaco Boliviano, que por falta de capacitación no se ve ni reflejado en su valor económico ni alcanza espacios formales de venta.
Ahí está el inconveniente, el cuello de botella: su comercialización. Muchas veces tienen productos de alto valor pero no pueden llegar a los mercados. Allí es donde Alma de Monte viene a cerrar una brecha.
Sin una tienda como esta, un artesano rural tiene que movilizarse hasta la ciudad con sus productos, lo que puede implicarle largas horas de viaje, sumado a los gastos en comida y hospedaje, en caso de que se quede más de un día.
Por si fuera poco, la población citadina parte de un preconcepto: “Ah, es algo hecho en el campo. Es un indígena, va a querer regatear el precio”, grafica Marcela. La gente no lo sabe, pero ese producto trae consigo toda una historia. No solo por lo que le cuesta a su fabricante llegar hasta allí físicamente, sino por el proceso mismo de la elaboración.

Créditos: Alma de Monte
Productos nativos, técnicas ancestrales y su valor real
La gente no sabe que esa canasta fue hecha con un tejido a base de fibras naturales, y que, para usar esas fibras, antes hubo un dedicado proceso de cosecha, selección y tratamiento. Tampoco que se trata de un conocimiento ancestral, y que el tejido representa el entorno natural donde viven.
O que el arte del tallado en madera va más allá de la destreza técnica, y es una expresión profunda de la conexión espiritual con la naturaleza. Que cada una de esas obras destaca por la utilización de diversas maderas cuidadosamente elegidas para conferir distintas tonalidades a las piezas. “Por eso, quien lo compra en la calle no conoce toda esa historia. No lo valoras, no le das el precio que realmente merece”, sostiene Marcela.
Alma de Monte, entonces, facilita esa comercialización a través de sus 3 tiendas físicas y su tienda virtual. Las casi 30 comunidades que la utilizan (que están camino a convertirse en una cooperativa) confían en ella a partir del trabajo de hace 20 años que Nativa realiza en el territorio.
La miel, un producto con potencial
En Bolivia hay una gran demanda de miel, y la oferta no alcanza a satisfacerla. Por eso se están empezando realizar capacitaciones para que se aprenda a producir miel, sobre todo porque las condiciones secas de la llanura boliviana no dejan oportunidad para cultivos o ganadería.
La apicultura es un tema que conocen y muchos de ellos ya dominan. Un grupo de campesinos participó de Apimondia, la Federación Internacional de Asociaciones de Apicultura (el evento mundial de la miel) y presentó su propia miel elaborada en la llanura boliviana. Ganaron el premio a la mejor miel del mundo.
A través de alianzas en Argentina (segundo exportador de todo el planeta) con Redes Chaco (asociación que integra Nativa), están intercambiando conocimientos y fortaleciendo capacidades.
Entre esos conocimientos incorporados están los que sirven para hacer frente al cambio climático y sus consecuencias. Un aspecto clave porque quienes viven en zonas rurales son los primeros afectados. “En las ciudades hay más medios económicos para adaptarse. Si hay calor tienes aire acondicionado, si hay frío tienes calefacción”, explica Marcela.
“La gente en las comunidades muchas veces cuenta con menos recursos. Entonces, la economía local les permite acceder a temas de adaptación. Desde Alma de Monte estamos motivando esa economía local”.
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