Guna Yala bajo el agua: los primeros refugiados climáticos de América Latina
Ell cambio climático no solo está socavando las costas de Guna Yala en Panmá, sino también la esencia misma de la vida y la tradición Guna.
Ell cambio climático no solo está socavando las costas de Guna Yala en Panmá, sino también la esencia misma de la vida y la tradición Guna.
En las aguas turquesas del Mar Caribe, bordeando la costa noreste de Panamá, yace una joya tanto ecológica como cultural: el archipiélago de Guna Yala. Sin embargo, el cambio climático, con su constante aumento del nivel del mar y sus patrones meteorológicos cada vez más extremos, está socavando no solo las costas de Guna Yala, sino también la esencia misma de la vida y la tradición Guna.
En estas islas que hace años sufren de inundaciones, estamos atestiguando el surgimiento de una nueva categoría de desplazados en latinoamérica: los refugiados climáticos. Y los Gunas, una comunidad que ha vivido en sintonía con el mar durante incontables generaciones, son ahora protagonistas de esta crisis: ya no se puede vivir más Guana Yala.
¿Qué se siente ver tu hogar ser devorado por las olas? ¿Cómo se adapta una cultura, tan intrínsecamente ligada al mar, cuando ese lugar está desapareciendo? Y quizás lo más urgente, ¿qué podemos aprender el resto de nosotros de la difícil situación de los Gunas?
Porque en última instancia, Guna Yala no es simplemente un caso de estudio lejano del calentamiento global. Es un recordatorio vivo y respirante de lo que está en juego, no solo en términos de geografía física, sino de patrimonio humano, cuando nuestro planeta se calienta.
¿Qué es Guna Yala y quiénes son los Guna?
Guna Yala, también conocido como San Blas, es un territorio autónomo indígena que se extiende a lo largo de la costa caribeña de Panamá. Este archipiélago comprende más de 300 islas e islotes, de los cuales solo unas 50 están habitadas, principalmente por el pueblo Guna.
La geografía de Guna Yala es un deleite para los sentidos: islas de arena blanca salpicadas en un mar turquesa y playas repletas de palmeras. Los arrecifes de coral que rodean las islas albergan una asombrosa biodiversidad marina, con coloridos peces tropicales, tortugas marinas y el mítico delfín nariz de botella. De hecho, es un destino turístico muy reconocido en el caribe.
¿Quiénes son los Gunas?
Pero Guna Yala es mucho más que su belleza natural y vacacional. Es también un bastión de la cultura indígena, donde las tradiciones Guna han perdurado a pesar de las presiones del capitalismo. Los Gunas son famosos por su arte, especialmente sus coloridos textiles conocidos como “molas“, que las mujeres crean utilizando técnicas milenarias de confección de telas.
La relación de los Gunas con su entorno es profunda y simbiótica. El mar no es solo una fuente de sustento, sino también un elemento central de su cosmología y su identidad. Los Gunas desarrollaron un sistema único de gestión ambiental, basado en su conocimiento tradicional, que ha ayudado a preservar la biodiversidad de las islas.
Esta combinación de belleza natural virgen y cultura indígena viva es lo que hace de Guna Yala un destino turístico cada vez más atractivo. Los visitantes vienen buscando no solo playas inmaculadas y esnórquel, sino también la oportunidad de interactuar con una cultura única y aprender de su sabiduría ancestral.
Sin embargo, el turismo en Guna Yala es diferente al de muchos otros destinos. Los Gunas han sido cuidadosos en desarrollar el turismo de una manera que respete su cultura y su entorno. Los alojamientos suelen ser sencillos pero cómodos cabañas operadas por familias Gunas, y los visitantes son alentados a respetar las costumbres locales.
En muchos sentidos, Guna Yala representa un modelo de cómo el turismo puede ser una fuerza para el bien, apoyando a las comunidades indígenas y fomentando la preservación cultural y ambiental. Pero, incluso este cuidadoso equilibrio está siendo amenazado por una fuerza mucho más poderosa: el cambio climático.
¿Cómo está afectando el cambio climático a Guna Yala?
Detrás de la belleza idílica de Guna Yala, una amenaza real y aterrante acecha la isla. El cambio climático, con sus impactos negativos en el medio ambiente y la sociedad, está transformando irreversiblemente estas islas y el modo de vida de los Gunas. ¿Cuáles son algunas de sus consecuencias en la isla?
Aumento del nivel del mar
El aumento del nivel del mar es quizás la amenaza más visible y apremiante. Según el IPCC, se espera que el nivel global del mar aumente entre 0,29 y 1,1 metros para el final de este siglo, dependiendo de las emisiones futuras de gases de efecto invernadero. Para las islas bajas de Guna Yala, incluso un aumento en el extremo inferior de este rango podría ser catastrófico.
Muchas de las islas habitadas de Guna Yala se elevan menos de un metro sobre el nivel del mar. Con el aumento del nivel del mar, estas islas se enfrentan a una inundación más frecuente, a la erosión costera y, en última instancia, al riesgo de volverse completamente inhabitables.
Cambios en los patrones climáticos: fenómenos extremos
Pero el aumento del nivel del mar no es la única forma en que el cambio climático está impactando Guna Yala. Los cambios en los patrones climáticos, incluyendo eventos más frecuentes y severos como tormentas y olas de calor, también están cobrando su precio.
Estos eventos extremos pueden dañar la infraestructura de las islas, incluyendo las viviendas tradicionales de los Gunas, y perturbar actividades económicas clave como la pesca y el turismo. Las temperaturas más altas del mar también están poniendo en tensión los arrecifes de coral que rodean las islas, que son vitales para la biodiversidad marina y sirven como barreras naturales contra las olas y las tormentas.
¿Cómo impacta el cambio climático en la cultura Guna?
Los impactos del cambio climático no son sólo físicos, sino también culturales y emocionales. Para los Gunas, la posibilidad de perder sus islas ancestrales no es sólo una perspectiva de desplazamiento físico, sino también de disrupción cultural.
A medida que las islas se vuelven cada vez más inhabitables, muchos Gunas se enfrentan a la dolorosa decisión de abandonar su hogar ancestral. Ya estamos viendo los inicios de este proceso, con algunas comunidades Gunas comenzando a reubicarse en la tierra firme de Panamá.
Pero esta reubicación no es simple ni indolora. Implica no sólo un trastorno físico, sino también un trastorno cultural, ya que los Gunas luchan por mantener su identidad y sus tradiciones en un nuevo entorno.
¿Cómo los Guna se convirtieron en los primeros refugiados climáticos de América Latina?
Gardi Sugdub, una pequeña isla de menos de 400 metros de largo, fue el hogar de al menos 300 familias Guna durante generaciones. Pero en los últimos años, la isla comenzó a sucumbir a las implacables olas del mar Caribe, exacerbadas por el aumento del nivel del mar provocado por el cambio climático.
A medida que la isla se reducía y las inundaciones se volvían más frecuentes, quedó claro que Gardi Sugdub pronto sería inhabitable. Enfrentados a esta realidad, la comunidad tomó la difícil decisión de solicitar reubicarse en tierra firme.
El proceso de reubicación fue largo y complejo. Implicó no sólo la construcción de nuevas viviendas e infraestructura, en un antiguo bosque, sino también la navegación de complejas cuestiones sociales, culturales y burocráticas.
La comunidad tuvo que negociar con el gobierno panameño para asegurar la tierra para su nuevo asentamiento y para obtener el reconocimiento oficial como refugiados climáticos. También tuvieron que enfrentar el desafío de mantener su cohesión social y sus tradiciones en un nuevo entorno.
Dejar el hogar atrás
Pero quizás el mayor desafío fue emocional. Para los residentes de Gardi Sugdub, dejar atrás su isla no fue sólo un cambio de dirección física, sino también una pérdida profunda de identidad y conexión ancestral. Muchos describieron un sentimiento de dolor y desorientación, un sentido de que estaban dejando atrás no sólo un lugar, sino una parte de sí mismos.
La historia de Gardi Sugdub es un presagio inquietante de lo que podría deparar el futuro a muchas comunidades costeras e insulares en un mundo que se calienta. Se estima que para el 2050, hasta 1.000 millones de personas podrían verse desplazadas por los impactos del cambio climático, muchas de ellas de países en desarrollo que han contribuido menos a las emisiones de gases de efecto invernadero.
Ser un refugiado climático no es sólo perder un hogar físico. Es perder un sentido de lugar, de pertenencia, de conexión con la tierra y el mar que ha dado forma a tu identidad y a la de tus antepasados durante generaciones.
¿Cómo será el futuro de las comunidades costeras?
Desde las islas del Pacífico hasta las costas de Bangladesh, desde los deltas de Vietnam hasta los litorales de Florida, comunidades enteras enfrentan la perspectiva de ver sus hogares engullidos por mares en ascenso, erosionados por tormentas cada vez más intensas, territorios inhabitables por la intrusión de agua salada y otras consecuencias del cambio climático.
El caso de Guna Yala es un recordatorio vico de que el cambio climático no es sólo un problema ambiental abstracto, sino una amenaza muy real y presente para modos de vida, culturas e identidades humanas. Nos muestra que los impactos del cambio climático son palpables, y que algunas comunidades, a menudo aquellas que menos han contribuido al problema, están en la primera línea de esta crisis.
Tampoco debemos minimizar los desafíos que enfrentan los Gunas y otras comunidades en situaciones similares. La reubicación forzada debido al cambio climático es un proceso profundamente traumático, uno que puede dejar cicatrices duraderas en individuos y comunidades.
Es por eso que la historia de Guna Yala debe ser un llamado a la acción. Nos muestra la urgencia de tomar medidas urgentes para mitigar el cambio climático y prevenir sus peores impactos. Cada fracción de grado de calentamiento evitado, cada centímetro de aumento del nivel del mar prevenido, podría significar una comunidad que no tiene que enfrentar el doloroso proceso de abandonar su hogar ancestral.
En última instancia, la lección más profunda de Guna Yala puede ser sobre la interconexión y carencia de justicia climática en el mundo: el destino de una pequeña comunidad insular en el Caribe está íntimamente ligado las acciones del resto del planeta, y en última instancia, al destino de toda la humanidad en un planeta que se calienta.
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