Crean arrecifes artificiales a partir de barcos hundidos en Mar del Plata: cómo funciona
La asociación civil Thalassa transforma barcos en desuso en arrecifes artificiales en Mar del Plata, Argentina. Así funciona.
La asociación civil Thalassa transforma barcos en desuso en arrecifes artificiales en Mar del Plata, Argentina. Así funciona.
Thalassa quiere decir “del mar” en griego. También es el nombre que da vida a una particular escuela de buceo en Argentina, que más que una traducción es una declaración de principios, dado que llevan adelante una de las iniciativas más singulares del país: crear arrecifes artificiales a partir del hundimiento de barcos.
En Mar del Plata, ciudad costera de Buenos Aires, la asociación civil Thalassa transforma barcos en desuso en nuevos ecosistemas marinos. La creación de arrecifes artificiales parte de una premisa ecológica sencilla: dar una nueva vida a barcos que ya no pueden navegar, sumergiéndolos debajo del agua y convirtiéndolos en estructuras donde se instalarán especies marinas.
Arrecifes artificiales con barcos sumergidos: una alternativa ecológica
La originalidad de esta acción es novedosa para el país pero no para el mundo. De hecho, es una práctica que se replica en distintos mares desde hace tiempo. Brasil y Estados Unidos, por ejemplo, llevan cientos y miles de barcos hundidos en sus costas.
Así, lo que antes era solo un fondo de arena, se transforma en un entorno vivo con algas, cangrejos, peces y otros organismos que colonizan el buque. “Se crea un nuevo mundo”, explica Carlos Brelles, referente de Thalassa.
La asociación civil trabaja en conjunto con varios organismos para llevar adelante el hundimiento. Interviene la Prefectura Naval Argentina, el Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible y el Consorcio Regional Portuario de Mar del Plata. De hecho, junto a estas instituciones, se siguen protocolos muy estrictos para realizarlo.
Pero además de estos actores también están los dueños de los barcos, que son quienes realizan, de manera voluntaria, la donación de la embarcación para sumergirla. Por una reglamentación de Prefectura, la donación debe ser siempre a una asociación civil, y ahí es donde Thalasso entra en escena.
Carlos Brelles deja sentado su reconocimiento a esos dueños que realizan de forma desinteresada el acto de desprenderse de la nave. Es que los gastos para hundirlo corren por cuenta propia y, según señala Brelles, el costo promedio es de unos 250 mil dólares.

Créditos: Asociación Civil Thalassa
Limpieza, desmantelamiento y rigurosidad: una preparación de dos años
Hundir una embarcación no es simplemente dejarla caer al agua. Antes debe pasar por un largo y riguroso proceso de limpieza y preparación que puede durar entre un año y medio y dos años, en donde el barco se desmantela por completo. Por eso, cada vez que ocurre, el evento es una verdadera fiesta.
En el proceso de preparación se retiran absolutamente todos los elementos contaminantes: aceites, combustibles, cables, motores y materiales tóxicos. Luego, expertos inspeccionan cada rincón para garantizar que no hayan quedado residuos. Para eso, deslizan los dedos con guantes blancos por todas partes y deben quedar solo con manchas de óxido, pero no con manchas de aceite o grasa.
Además, la embarcación debe estar en condiciones de ser remolcado mar adentro, con una estructura sana. Se lleva a unos 8 kilómetros de la costa y, si presenta algún agujero imprevisto, durante el traslado puede ingresar agua y sabotear todo el trabajo.
Buceo de naufragios, el potencial turístico de hundir embarcaciones
Las ventajas del hundimiento son varias. Una de ellas está estrictamente ligada a la actividad del buceo subacuático, que se puede explotar con la creación de estos arrecifes artificiales generados en entornos submarinos.
“Es un lugar más para que la actividad pueda crecer en lo turístico, porque hay gente que viene de muchos lados a bucear los barcos. El buceo en naufragios es una especialidad”, dice Brelles.
Por qué una embarcación es un arrecife ideal para generar vida marina
Además, el impacto también es ambiental, claro. La práctica se lleva adelante en colaboración con la Universidad de Mar del Plata, en un proyecto llamado BiodA, que estudia la colonización biológica de los barcos hundidos.
El Dr. Gabriel Genzano, referente de BiodA, explica los beneficios de sumergir una embarcación. “Si bien la mayoría del fondo marino está conformado como sustrato blando, es en el sustrato duro donde existe la mayor diversidad”, señala.
“Un arrecife natural tiene una gran cantidad de micro hábitats. Un arrecife artificial es una manera de reproducir esos hábitats tan particulares, dándole lugar a todas esas especies de invertebrados marinos de esos fondos duros, que son muchísimas. También es refugio, escondite y zona de hábitat de muchas especies de peces, que son típicamente de ahí”, detalla.

Créditos: Asociación Civil Thalassa
Pasivos ambientales en activos ecológicos
Genzano expone que el objetivo es que se forme una comunión biológica similar a los arrecifes rocosos aledaños. El tiempo que tarda en generarse el ecosistema varía según el lugar, pero el proceso empieza a funcionar desde que la embarcación toca el fondo: a los primeros minutos ya se forma un microfilm de bacterias que facilita el arribo de pioneros y luego de organismos definitivos.
A los 6 u 8 meses, el barco ya está totalmente cubierto de vida. A partir del año y medio, logra reflejar la comunidad que se encuentra en cualquier arrecife natural.
En el fondo del mar, lo que parecía terminado comienza una nueva historia. La iniciativa que impulsa Thalassa demuestra que, con planificación, cooperación y compromiso, es posible transformar pasivos ambientales en activos ecológicos.
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