Cómo funciona la primera planta de tratamiento de efluentes a través de microalgas en Argentina
Las microalgas son organismos fotosintéticos que producen oxígeno, se encuentran en ecosistemas acuáticos y generan un menor impacto ambiental.
Las microalgas son organismos fotosintéticos que producen oxígeno, se encuentran en ecosistemas acuáticos y generan un menor impacto ambiental.

En Argentina, un innovador proyecto impulsado por la Universidad de Buenos Aires y realizado en conjunto con AySA (empresa concesionaria de servicios públicos de agua), ha sentado un precedente que representa una alternativa sostenible en el tratamiento de aguas residuales. Ambas entidades han implementado la primera planta de tratamiento de efluentes a través de microalgas del país.
La novedad está en que las microalgas, que son organismos fotosintéticos que producen oxígeno y se encuentran en ecosistemas acuáticos, tienen un menor impacto ambiental. No solo eso, sino que también generan biomasa con características adecuadas para generar un subproducto que se pueda comercializar.
Ventajas de las microalgas: mayor luz natural, menos gasto de energía
Según explica Hernán Kucher, Licenciado en Ciencias Ambientales y uno de los representantes del proyecto por parte de AySA, se trata de una planta piloto ubicada en Buenos Aires, que, a pesar de ser piloto, tiene una escala en condiciones bastante reales. “Hoy en día no resuelve el tratamiento de efluentes de Buenos Aires -dice-, pero estamos en una situación que nos permite pensar en escalar la tecnología y ya llevarlo a terreno”.
En efecto, proyectan que el uso de la planta pueda abastecer a poblaciones de hasta 20 mil habitantes. Señala Kucher que se trata de una tecnología muy buena desde el punto de vista ambiental porque tiene baja huella de carbono y bajo consumo de energía, pero que tiene una desventaja significativa: ocupa mucha superficie.

Créditos: gentileza Aysa
Mientras una planta de tratamiento habitual está diseñada con varios metros de profundidad para así manejar grandes cantidades de agua en poco espacio, esta nueva propuesta debe pensarse de otra manera porque no puede funcionar con tanto fondo.
Es que se trata de un proceso que depende de la energía lumínica. O sea, del sol. Las microalgas son organismos fotosintéticos, por lo que están limitados por la luz. Sin luz, no crecen. En otras palabras, una planta de microalgas debe ser más ancha que profunda. “Deben ser bajitas porque tenés que garantizar que la luz penetre hasta el fondo. Es una desventaja respecto de los sistemas convencionales, que están optimizados para tratar mucha agua en poco espacio”, argumenta Kucher.
Por eso, proyectan el sistema para utilizarlo en poblaciones rurales o semi rurales, donde no solamente hay más espacio sino también una necesidad más real del subproducto que planean comercializar.
¿Cuál es la novedad de la planta de microalgas con respecto a una planta convencional de tratamiento de aguas?
-Apuntamos a tratar aguas residuales de origen doméstico para que, una vez tratada, pueda volver al medio ambiente sin contaminar. Pero eso es lo básico del tratamiento de efluentes en general. Acá lo que priorizamos es que, en lugar de bacterias, que sería lo clásico que se utiliza para el tratamiento de efluentes, hacemos que el sistema sea dominado por microalgas. En realidad, no son solo microalgas sino una conjunción de ellas con bacterias.
¿Cuál sería la diferencia entre las microalgas, que son la novedad, y las bacterias, que ya se utilizaban de forma convencional?
-Lo que tiene de interesante esto es que, por un lado, reduce la cantidad de energía que requiere el tratamiento de los efluentes. ¿Por qué? Porque en los sistemas convencionales se tiene que inyectar constantemente oxígeno para que las bacterias hagan la depuración del agua. En cambio, las microalgas no requieren oxígeno, sino dióxido de carbono, y a su vez también producen oxígeno.
Entonces se genera una sinergia entre las microalgas y las bacterias: las bacterias, al consumir la materia orgánica que está en el efluente, respiran y generan dióxido de carbono, que se lo dan a las microalgas; las microalgas, a su vez, toman ese dióxido de carbono y generan oxígeno para las bacterias.
No tenés que estar inyectando todo el tiempo oxígeno, algo que requiere energía. Entonces, básicamente es una tecnología más sustentable que la convencional porque requiere menos energía y, a su vez, porque reduce significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero respecto del otro método de tratamiento. Incluso, puede llegar a absorber dióxido de carbono de la atmósfera.

Créditos: gentileza Aysa
¿Y qué hay sobre la biomasa que generan las microalgas?
-La biomasa que se genera ya no es el clásico barro cloacal que actualmente se obtiene en el tratamiento convencional. Ya no es una materia que tiene nutrientes pero no es tan rica, sino que son principalmente microalgas, y las microalgas tienen un mayor potencial de valorizarse como fertilizante. O sea, no solo el tratamiento es más barato, sino que el subproducto que se genera, que convencionalmente son bacterias, ahora son microalgas y bacterias. El subproducto tiene mayor valor.
¿Por qué tiene mayor valor?
–Es más valioso que el barro cloacal típico por dos cosas: tienen más nutrientes, y además cuenta con propiedades bioestimulantes. Los bioestimulantes se aplican en un cultivo para darle diferentes propiedades. Por ejemplo, mayor resistencia ante estrés abiótico, como una sequía o una plaga. También puede aportar hormonas de crecimiento.
¿Por qué la idea del proyecto también es producir un fertilizante?
-Para que el sistema sea lo más sustentable posible, es fundamental que encontremos una valorización sustentable de ese subproducto que se genera. Si no, nos quedamos a mitad de camino: estamos haciendo que la depuración de aguas gaste menos energía, pero no estamos consiguiendo que deje de ser un costo. Apuntamos a que deje de ser un costo como se ve tradicionalmente en el tratamiento de aguas, para pasar a ser una oportunidad de generar un subproducto como valor agregado.
El proyecto no es solamente tratar bien las aguas, sino también generar un subproducto de alto valor que ingrese en un esquema de economía circular a partir del uso como un fertilizante. Un fertilizante es aquello que aporta nutrientes. O sea, para que algo se denomine fertilizante tiene que tener un contenido significativo de nitrógeno, fósforo, entre otros componentes. Esto no solo tiene eso, sino que además tiene mejores propiedades.
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